Los nuevos tratamientos capaces de curar la hepatitis C están en boca de todos. Medicamentos como el Sovaldi o el Viekirax han mostrado ser eficaces en el tratamiento de la hepatitis C crónica en combinación con fármacos clásicos en el tratamiento de esta enfermedad. Sin embargo, en la lucha contra la hepatitis C hay otro pilar fundamental que es el diagnóstico de la enfermedad. Los datos revelan que muchas de la personas afectadas por la hepatitis C no saben que lo están. En este sentido, los expertos aseguran que los cribados a nivel de población jugaran un papel fundamental para acabar con esta epidemia.
La hepatitis es una inflamación del hígado que en muchos casos está provocada por virus que tienen gran afinidad por el tejido hepático, siendo las hepatitis virales más comunes la hepatitis A, la hepatitis B y la hepatitis C. Cuando una persona se infecta con el virus de la hepatitis C puede desarrollar una infección aguda que varía en gravedad de unas personas a otras pudiendo que va desde no presentarse sintomatología alguna hasta una enfermedad muy grave en las cual se requiere hospitalización. Un dato muy importante en esta enfermedad es que solo alrededor de un 20% de las personas es capaz de eliminar la infección por el virus sin tratamiento. Esto lleva a que más de un 70% de las personas desarrollan una infección crónica, que con el tiempo, puede provocar daños hepáticos graves como cirrosis, insuficiencia hepática o cáncer de hígado.
Hoy en día se considera que la principal vía de transmisión del virus de la hepatitis C es a través de la sangre de una persona infectada que entra de una manera u otra en cuerpo de una persona sana como las que se producen al compartir agujas en drogodependientes. Gracias a los controles que se llevan a cabo en los bancos de sangre el contagio a través de transfusiones de sangre y trasplantes de órganos es muy poco frecuente en la actualidad. Para algunos profesionales, la hepatitis C puede considerarse como una enfermedad de transmisión sexual (ETS), aunque existe controversia debido a la baja frecuencia con la que se producen contagios por esta vía. De todas formas, el riesgo de contagio por el virus de la hepatitis C se incrementa cuando se está afectado por otras ETS como la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), en prácticas sexuales que incrementan el riesgo de sangrado ó cuando se mantienen relaciones sexuales con múltiples parejas.
Debido a que en muchos casos la infección por el virus de la hepatitis C no produce síntomas, especialmente en las primeras fases de la infección, o bien estos síntomas pueden confundirse con los de otras patologías, existe en la población un alto número de personas que desconocen que están infectados por este virus. En España este número llega hasta alrededor del 50% de las personas con hepatitis C lo que da una idea del esfuerzo que todavía hay que realizar en el diagnóstico de esta enfermedad.
En general, las primeras pruebas que se realizan para el diagnóstico de la hepatitis C son la detección de los anticuerpos que el organismo genera para tratar de eliminar el virus. Debido a que los anticuerpos se mantienen en la sangre incluso cuando la persona elimina el virus, ante un resultado positivo es necesaria la realización de pruebas directas de detección del virus para determinar si se ha producido o no una infección crónica. La PCR o reacción en cadena de la polimerasa permite detectar la presencia del material genético del virus en la sangre de una persona infectada por lo que, junto a su alta sensibilidad y especificidad, hacen de esta técnica una de las principales formas de diagnóstico confirmatorio de una infección crónica por el virus de la hepatitis C. La PCR es además adecuada cuando se sospecha de un posible contagio pero aun no ha pasado el tiempo necesario para poder detectar los anticuerpos generados por el cuerpo, siendo este el periodo ventana que en el caso de hepatitis C se establece en alrededor de los tres meses. La detección de antígenos del virus son otro tipo de pruebas de diagnóstico directo que son ampliamente utilizadas como pruebas para confirmar la infección crónica por el virus de la hepatitis C.
Independientemente del método de diagnostico utilizado, de lo que cada vez se está más convencido es que, al igual que en VIH, es necesario un cribado en la población para que todas las personas que desconocen estar infectados por el virus de la hepatitis C lo conozcan. Esto permitirá establecer tratamientos precoces para reducir en gran medida la aparición de complicaciones que se producen a largo plazo. Por otro lado, esto también ayudará a reducir el número de nuevos contagios que se producen todos los años en el mundo.
La Organización Mundial de la Salud recomienda la realización de pruebas diagnósticas especialmente en grupos con mayor riesgo de contagio:
- Los consumidores de drogas inyectables.
- Cuando se hayan practicado transfusiones de productos sanguíneos o intervenciones invasivas en centros sanitarios que no dispongan de protocolos adecuados para control de la infección por hepatitis C.
- Recién nacidos de madres infectadas con el virus de la hepatitis C.
- Personas con parejas sexuales infectadas con el virus de la hepatitis C.
- Personas infectadas con el VIH.
- Personas que han utilizado medicamentos por vía intranasal.
- Personas que se hayan tatuado o realizado piercings.
Como en otras enfermedades infecciosas, evitar el contagio mediante la prevención es la primera línea de acción en la lucha contra la epidemia por el virus de la hepatitis C. Esto cobra especial importancia en personas no infectadas pertenecientes a grupos de alto riesgo como profesionales del entorno sanitario, en drogodependientes y en los contactos sexuales.
Además, la prevención también es muy importante en personas con hepatitis C. Especialmente evitando contagio por los virus de las hepatitis A y B mediante la vacunación, realizando seguimientos de la enfermedad y sometiéndose en caso necesario a terapias antivirales que ayuden a reducir los efectos a largo plazo que produce la infección crónica por el virus de la hepatitis C.
Empireo. Artículo de elaboración propia.