Hoy me animo a escribir una historia diferente a lo que suelo hacer. Hoy voy a contaros una historia de ciencia. Y ya sé que va a quedar algo moñas, pero creo que tengo que hacerlo.
Esta historia empezó en 2006 con la apertura de EMPIREO, empresa de diagnóstico molecular que decidimos montar entre el que entonces era mi mentor de tesis doctoral, Eduardo López Collazo y su pareja en ese momento, llamémosle Agustín. Todo vino cuando tras un viaje, Agustín tuvo que esperar tres semanas para el resultado de una PCR para saber si se había infectado por un virus. Pero… espera, ¿tres semanas para una PCR? ¿Os imagináis esos plazos durante la pasada pandemia del COVID-19? Pues esta es la historia de un comienzo.
Una PCR, una empresa y un equipo
Siempre he pensado que la indignación causada por ese retraso en Eduardo hizo que su mente privilegiada se activara y surgiera la idea. ¿Y si montamos un laboratorio especializado en PCR? Total, él sabía (por supuesto) cómo funcionaba la PCR, además de conocer muy bien la biología de los virus. Agustín sabía de cuentas y empresas, y yo, algo sabía también de laboratorio y a hacer PCRs. Os recuerdo que en ese momento yo estaba haciendo la tesis doctoral y era una “rata de laboratorio”.
Total, tiramos adelante con la idea, la idea convenció a conocidos como para poner algo de dinero, y logramos montar el laboratorio. Perfecto. Pues ahora… ¡a hacer PCRs! Y ahí estaba yo, pasando las noches en ese laboratorio mientras mis socios hacían su parte buscando mercado y pensando en nuevas pruebas que llevar a nuestros pacientes.
Y llegó un momento en que la cosa empezó a funcionar y necesitamos contratar a alguien que nos ayudara. Una persona con titulación de técnico de laboratorio, que, además, tuviera mano izquierda para tratar a nuestros pacientes, siempre nerviosos ante lo desconocido. Y ahí apareció la verdadera protagonista de esta historia: Paula Diaque.
Una entrevista
Abrimos un proceso de selección, y yo me dediqué a entrevistar a los posibles candidatos y candidatas junto con mis socios. Y un día, siempre lo recordaré, llegó Paula. Paula es, como la llamamos, “nuestra madre”. Y así la entendí cuando la entrevisté. Era una madre, con una fuerza brutal por trabajar y por hacer cosas, por llenar su tiempo. Pero no solo eso. Tenía un hambre tremenda de conocer, de saber más de las cosas que hacíamos en el laboratorio, de la ciencia que había debajo. Fue un flechazo.
Tengo que decir, sin decir edades, que ahí estaba yo, con veintimuchos años entrevistando a una mujer experimentada en el laboratorio, que me daba mil vueltas en experiencia, pero… tenía que ser ella. Y así fue. Paula empezó con nosotros, y con nosotros sigue. Y siempre con ciencia alrededor. Pero ¿por qué ahora este texto?
Se nos fue de congreso
Hace un par de semanas, Paula mandó al grupo de Whatsapp que compartimos para el día a día del laboratorio la foto que acompaña a esta historia. Paula estaba en el 35 congreso de cultivos celulares celebrado en Valladolid, mostrando los avances del laboratorio en lo que se refiere al análisis genético para diagnóstico de pacientes con cáncer.
Y al ver esa foto, fue de nuevo un flechazo. Para mí fue como un círculo que se cierra. Paula estaba en un congreso científico, haciendo ciencia, habiendo compartido ciencia con nosotros desde hace tanto tiempo. Dando valor a todo lo que hace, a todo lo que hacemos en el laboratorio.
Pues nada, seguimos, ¿no?
Autor: CArlos del Fresno, @arlosdel