Se ha logrado trasplantar un corazón de cerdo a un paciente.
En el mundo COVID que nos ha tocado vivir, pareciera que no hay mucho más de lo que hablar. Ni siquiera en ciencia. Sin embargo, hay mucho más allá, porque la ciencia no ha parado. De hecho, en los últimos días hemos sido testigos de un avance en biomedicina que puede revolucionar el panorama actual de los trasplantes de órganos. Se ha logrado trasplantar un corazón de cerdo a un paciente.
Seguramente todos tenemos en la cabeza que el principal problema de los trasplantes es el rechazo. Bien, el mecanismo por el cual se da ese rechazo, en esencia, es el mismo por el que funcionan las vacunas de las que tanto hablamos últimamente. Ese mecanismo se llama “reconocimiento de antígeno”.
En el rechazo de un órgano, células del sistema inmunológico reconocen antígenos cruzados, es decir, las células del receptor, antígenos del donante y las del donante, antígenos del receptor. Eso activa la respuesta inmunitaria, genera inflamación y, en consecuencia, el rechazo del órgano. ¿En qué se parece esto a las vacunas? Cuando nos vacunamos, enseñamos a nuestro organismo a reconocer antígenos. En el caso de las vacunas contra la COVID, a reconocer antígenos del coronavirus SARS-CoV-2. Pero ¿qué es un antígeno?
Reconocimiento de antígeno
Un antígeno es una molécula, una estructura. Puede ser una proteína, puede ser un azúcar y un largo etcétera. Se trata de cualquier componente que pueda ser reconocido por nuestro sistema inmunitario, por nuestras “defensas”. Por ejemplo, la alergia se produce por el reconocimiento de un antígeno contenido en el polvo, el pelo de gato, o en el polen. Ese reconocimiento dispara una respuesta inmune exagerada que se traduce en la alergia.
Hasta ahora, los trasplantes podían tener su origen en donaciones altruistas de órganos no vitales (riñón, fragmento de hígado) desde una persona viva a un receptor. Sin embargo, la mayoría de los trasplantes actualmente se realizan desde un donante fallecido. En cualquier caso, siempre son de órganos entre personas.
Sin embargo, hay animales cuyos órganos son muy parecidos a los nuestros. En concreto, el corazón del cerdo es muy similar al humano. De hecho, gran parte de las prácticas preclínicas de los cardiólogos se realizan en cerdos por esa razón. Si esto es así, ¿por qué no trasplantamos corazones de cerdos? Por que los antígenos de las células del cerdo se reconocen como extraños y el trasplante se rechaza. Pero eso puede estar empezando a cambiar.
Ingeniería genética en corazones de cerdo
Ya hemos hablado antes de la técnica CRISPR/Cas9. Se trata de un tipo de ingeniería genética que permite modificar el ADN de las células. Esta técnica identifica regiones del genoma, del ADN, y las corta, eliminando zonas concretas. Esto es lo que se ha hecho en cerdos de experimentación. Se han eliminado a la vez hasta 62 genes. ¿Y qué genes? Aquellos que daban lugar a antígenos responsables del reconocimiento por parte de las células inmunológicas humanas, y por tanto del rechazo. La idea es simple, si quitamos los antígenos, el órgano no será rechazado. Sin embargo, la ciencia que hay debajo es extremadamente compleja. Pero el primer resultado es esperanzador.
Un corazón de cerdo a un paciente
Un equipo de cirujanos ha logrado trasplantar un corazón de cerdo modificado genéticamente a un paciente cuyo corazón había dejado de funcionar. Y de momento, parece un éxito. Hay que destacar que antes de realizar este trasplante, se realizaron dos trasplantes en donantes clínicamente fallecidos sin actividad cerebral, comprobándose que el corazón funcionaba y no se rechazaba. Este resultado animó el trasplante a un receptor vivo.
Queda mucho, muchísimo por estudiar después de este éxito. ¿Cuánto durará funcionando? Aun funcionando, ¿será suficiente? ¿Se acabará reconociendo como extraño, generando un rechazo? ¿Funcionará en otros órganos?
Muchas preguntas por responder, pero una certeza clara. Tenemos otro ejemplo de cómo la ciencia puede cambiar vidas. Démosle tiempo y medios, y los resultados llegarán.
Fuente: Nature
Autor: Dr. CArlos del Fresno Sánchez; @arlosdel