¿Con qué probabilidad morimos de COVID-19?
Cuando hablamos del número de muertes causada por la COVID-19, solemos referirnos a la tasa de letalidad, es decir, la probabilidad que tenemos de morir una vez que te contagias. Pues bien, los datos oficiales entre países son tremendamente diferentes. Tenemos 0,1% en Singapur, 9,3% en Perú, 8,9% en México, 1,8% en Estados Unidos, 3% en Italia, 2,8% en Brasil, 4,7% en China o 1,9% en España.
El problema de estas cifras es que es difícil ajustarlas a la realidad. Para llegar a estas cifras, se divide el número muertes entre el número de casos confirmados mediante test. Y aquí llega el primer problema. Sabemos que muchas personas se infectan, pero no reciben un test (los asintomáticos o en cuarentena), de modo que no sabemos el número real de casos. No sabemos cuánta gente se ha infectado de SARS-CoV-2, pero parece claro que mucha más que el número de diagnósticos positivos. Si se hiciera un rastreo generalizado, la tasa de letalidad bajaría a medida que se realicen pruebas a personas asintomáticas o con infección leve, algo que no ocurría en los primeros meses de la pandemia, cuando no se disponía de muchas pruebas. Ahora se hacen más, pero seguramente muchos asintomáticos o leves siguen quedando sin detectar.
El otro problema es qué consideremos “muerte por COVID-19”. Podría parecer sencillo, pero la realidad es que para generar datos oficiales no lo es. ¿Por qué? Porque una muerte oficial por COVID-19 requiere que esa muerte venga acompañada de una prueba positiva de detección del virus. Y esto marca la definición de muerte por COVID-19. Es como responder a cuándo vas demasiado rápido por una autovía. Por encima de 120 km/h. 121 es exceso de velocidad, 119 no lo es. Entonces, oficialmente, muerte por COVID-19 presenta una prueba positiva. Lamentablemente, creo poder afirmar que todos aceptamos que ha habido muertes por COVID-19 sin diagnóstico positivo.
Entonces, ¿hay alguna forma de acercarse a una cifra más o menos real?
John Ioannidis es un renombrado bioestadístico que dirige el Centro de Investigación en Prevención de la Universidad de Stanford en California. Viendo los diferentes resultados de las estadísticas publicadas durante la pandemia, decidió calcular la tasa de letalidad de la COVID-19.
En el boletín de la Organización Mundial de la Salud de enero de este año, Ioannidis publicó su estimación de la tasa de mortalidad de la COVID-19 a partir de los datos de seroprevalencia de estudios que incluyeran más de 500 personas, efectuados hasta el 9 de septiembre de 2020. Incluyó 61 estudios y ocho estimaciones nacionales preliminares. Las estimaciones de seroprevalencia entre los distintos estudios, es decir, el cálculo de la proporción de gente infectada entre el total, oscilaron ni más ni menos que entre el 0,02% y el 53,40%. Y las tasas de letalidad por infección variaron de 0,00% a 1,54%. Con estos datos llegó a una mediana de tasa de letalidad del 0,23%. Esto significa que había un 50% de estudios por debajo de 0,23 % y un 50% de estudios por encima de esa cifra.
En otro análisis que publican Ioannidis y Cathrine Axfors revisaron 23 encuestas de seroprevalencia de 14 países. La mediana de las tasas de letalidad en ancianos que viven en sus casas fue del 2,4% (rango 0,3%-7,2%). Y en ancianos en general, incluidos los de las residencias, del 5,5% (rango 0,3%-12,1%).
¿Nos creemos estos datos?
Pues, depende. En declaraciones a Diario Médico, Marina Pollán, directora del Centro Nacional de Epidemiología (CNE), del Instituto de Salud Carlos III, de Madrid, dice que Ioannidis mezcla en sus análisis estudios que no pueden compararse. Por ejemplo, al comparar estudios hay que tener en cuenta la fiabilidad de las pruebas, la proporcionalidad de la población y otros factores estadísticos.
Teniendo en cuenta esto, fijémonos entonces en nuestros datos nacionales. El Instituto de Salud Carlos III lleva realizando un estudio desde el inicio de la pandemia, y actualmente incluye 60.000 participantes. Se trata del estudio ENE-Covid. Este estudio indica una prevalencia nacional del 9,9%. Es decir, en España nos habríamos infectado casi 10 personas de cada 100. Esa prevalencia se combina con las cifras de fallecidos obtenidas de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Renave) y se corrige con el exceso de muertes estimado por el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo). Con esto, según se publicó en la revista British Medical Journal, suponía a finales del año pasado una tasa de mortalidad general no institucionalizada de entre un 0,8 y un 1,1%.
Para personas de más de 80 años la letalidad se sitúa entre el 11,6 y el 16,4% en hombres, y entre el 4,6 y el 6,5% en mujeres, con una media de 9,77%. En personas jóvenes las cifras son mucho más bajas. En menores de 50 años solo se produce un fallecimiento por cada mil personas, y en menores de 30, una muerte por cada 10.000 contagiados. Esta estimación La estimación coincide con la de otro análisis del Imperial College de la Universidad de Oxford, en Londres. Otro estudio publicado por Gideon Meyerowitz-Katz, de la Universidad australiana de Wollongong mostró una estimación de la tasa de letalidad del 0,68% (0,53%-0,82%).
¿Entonces, cuál es la tasa de letalidad del coronavirus SARS-CoV-2?
Aquí tenemos otro ejemplo de lo complicado de la comunicación en ciencia. Todos son datos científicos, pero dependiendo de la fuente de la que partas, puedes llegar a resultados diferentes.
En los ejemplos que os he expuesto tenemos un rango de tasa de letalidad entre 0,23% y 1,1% en población general. Mientras en población anciana (más de 80 años) estaríamos entre 5,5% y 9,77%.
Puede que estos datos sean suficientes… o no.
Fuente: Diario Médico; medRxiv; ENE-Covid; British Medical Journal; Imperial College Oxford; International Journal of Infectious Diseases.
Autor: Dr. CArlos del Fresno Sánchez; @arlosdel