En una noticia anterior contaba cómo en un trabajo realizado en el laboratorio, habíamos visto que la infección previa con el coronavirus SARS-CoV-2 hacía que la respuesta a la vacuna frente a la COVID-19 fuera distinta. En ese trabajo, utilizamos a voluntarios vacunados con la vacuna de Pfizer. Pero sabemos que hemos sido vacunados con al menos otras tres vacunas diferentes, Moderna, Astrazeneca y Janssen. Pues bien, en un trabajo que acabamos de publicar, hemos estudiado si una infección previa con coronavirus cambia la respuesta a estas vacunas. También hemos comparado cómo respondemos a cada una de estas vacunas. ¿Un resumen de los resultados del estudio? La infección influye en la vacuna.
Estudio comparativo de las cuatro vacunas
Veamos cómo se realizó el estudio. Se reclutaron 433 voluntarios que habían sido vacunados en España con las tres vacunas autorizadas por las autoridades europeas. Esto incluye las dos basadas en ARN, Pfizer y Moderna y las dos basadas en virus, Astrazeneca y Janssen. Los participantes en nuestro estudio habían recibido las pautas completas de todas las vacunas, es decir, dos dosis excepto Janssen, con una única dosis.
Distribuimos a los participantes en función del tiempo que hacía que habían recibido la última dosis de la vacuna, menos de 90 días, entre 90 y 150, entre 150 y 210 y más de 210 días. En estos donantes estudiamos tanto la producción de anticuerpos (respuesta humoral) como la activación de sus linfocitos (respuesta celular). Nuestros resultados mostraron que las dos vacunas basadas en ARN, Pfizer y Moderna generaban mayor cantidad de anticuerpos a cualquier tiempo que las vacunas basadas de virus. Con respecto a la activación celular, estas vacunas también eran mejores a partir de los 90 días tras la vacunación.
Es importante destacar que aunque las vacunas de Astrazeneca y Janssen generaran una respuesta más pobre, seguían siendo efectivas. Pero lo realmente interesante vino cuando separamos a los donantes que se habían infectado previamente con coronavirus de aquellos que no habían pasado la infección.
La infección previa iguala la respuesta entre vacunas
Ese era el gran titular. Si nos fijamos, por ejemplo en la figura, en la cantidad de anticuerpos neutralizantes, que son aquellos que son capaces de frenar al virus, a la izquierda vemos que en individuos vacunados hace menos de 150 días, existen diferencias importantes entre las vacunas. Como comentábamos antes, las dos de ARN (mRNA-1273 y BNT162b2) generaban mayor cantidad de estos anticuerpos.

La infección influye en la vacuna
Sin embargo, si comparamos esa respuesta con la observada en donantes que habías sido infectados por el SARS-CoV-2, vemos que no hay diferencias entre las distintas vacunas. Es decir, haber experimentado la infección con el coronavirus hacía que las respuestas de las diferentes vacunas se igualaran. Y aún más llamativo era el hecho de que daba igual haber recibido una o dos dosis, la infección influye en la vacuna, igualando las respuestas de las cuatro estudiadas.
¿Ventajas de infectarse?
No debemos olvidar que superar una infección es probablemente la mejor manera de vacunarse frente a la misma. Cuando nos infectamos, nuestro organismo se enfrenta al virus (en este caso, el SARS-CoV-2) entero, sin ninguna modificación. De modo que nuestro sistema inmunológico puede reconocer a ese patógeno completamente.
Sin embargo, las vacunas nos muestran sólo una parte del virus, en este caso concreto, la proteína S. Lo que apuntan nuestros resultados es que una “vacunación natural” con el virus, logra mejorar las respuestas a la vacunación artificial con las vacunas. Y en este sentido, si estas vacunas son “mejores o peores” no importa, porque exponernos al virus completo y vencerlo, hizo su trabajo.
Toda una paradoja. Ninguno de nosotros quiere infectarse… pero tiene sus ventajas.
Fuente: Clinical and Translational Medicine
Autor: CArlos del Fresno, @arlosdel