La palabra “endémica” se ha convertido en una de las peor utilizadas de la pandemia. Endémico implica que algo es propio de una región o población, que no puede eliminarse, que forma parte de esa región. Al entender que la COVID-19 es endémica, se da a entender a veces que es inofensiva. Pero endémico no significa inofensivo.
Endémico no significa inofensivo, ¿Qué dice la ciencia?
Para un epidemiólogo, una infección endémica es aquella en la que las tasas de infección son estáticas, es decir, la población infectada no aumenta ni disminuye. Siendo así, durante las fases frías del año, los resfriados comunes son endémicos. Pero también lo son la malaria y la poliomielitis en las zonas en las que aparecen. También lo era la viruela, hasta que las vacunas la erradicaron.
Viendo estos ejemplos, debemos tener en cuenta que una enfermedad puede ser endémica, y a la vez, mortal. La malaria mató a más de 600.000 personas en 2020. Diez millones de personas enfermaron de tuberculosis ese mismo año y 1,5 millones murieron. Endémico ciertamente no significa “normalidad”.
En ocasiones, a nivel político, se usa la palabra endémica como excusa para hacer poco o nada. Sin embargo, decir que una infección se volverá endémica no dice nada sobre cuánto tiempo puede llevar alcanzar ese endemismo, cuáles serán los números de casos, o las tasas de mortalidad. Tampoco habla de lo que quizá es más importante, qué parte de esa población será susceptible. Tampoco sugiere una estabilidad garantizada porque pueden surgir oleadas. Esto se vio con el brote de sarampión en EE. UU. en 2019. ¿Podemos entonces decir que COVID-19 es endémica?.
Endemismo y variantes
Poco después de que surgiera el SARS-CoV-2 y se propagara la variante Alfa a fines de 2020, observamos que la evolución viral fue rápida e impredecible, con la aparición de más variantes con características biológicas diferentes y potencialmente más peligrosas. Desde entonces, los sistemas de salud pública han luchado contra la variante Delta altamente transmisible y más virulenta, y ahora está Omicron, con su capacidad para evadir el sistema inmunológico, causando reinfecciones y avances. Beta y Gamma también eran peligrosas, pero no se propagaban en la misma medida.
Es decir, el mismo virus puede causar infecciones endémicas, epidémicas o pandémicas: depende de las interacciones entre los miembros de esa población, su estructura demográfica, la susceptibilidad y la inmunidad de una población, además de si surgen variantes virales. Diferentes condiciones en todo el mundo pueden permitir que evolucionen variantes más exitosas, y estas pueden generar nuevas oleadas de epidemias. Incluso si una región alcanza un equilibrio, un endemismo, ya sea de baja o alta enfermedad y muerte, eso podría verse alterado cuando llega una nueva variante con nuevas características.
Endemismo, variantes, transmisión y respuesta
Existe una idea errónea generalizada y optimista de que los virus evolucionan con el tiempo para volverse más benignos. Esto no es siempre así: no existe un resultado evolutivo predestinado para que un virus se vuelva más benigno, especialmente aquellos, como el SARS-CoV-2, en los que la mayor parte de la transmisión ocurre antes de que el virus cause una enfermedad grave. Por ejemplo, Alpha y Delta son más virulentos que la cepa que se encontró por primera vez en Wuhan, China. La segunda ola de la pandemia de influenza de 1918 fue mucho más letal que la primera.
Se puede hacer mucho para optimizar nuestra respuesta frente a las variantes. Debemos ser realistas acerca de los niveles de muerte, discapacidad y enfermedad, observándolo en distintas poblaciones. Por ejemplo, no se afectan igual niños que ancianos. Además, debemos considerar que los virus circulantes corren el riesgo de dar lugar a nuevas variantes. Tercero, debemos usar, globalmente, las formidables armas disponibles: vacunas efectivas, medicamentos antivirales y pruebas de diagnóstico. Finalmente debemos seguir invirtiendo en vacunas que protejan contra una gama más amplia de variantes.
La mejor manera de evitar que surjan más variantes, más peligrosas o transmisibles es detener la propagación mediante un acceso universal a vacunas. Cuanto más se replique un virus, mayor será la probabilidad de que surjan variantes problemáticas.
Pensar que la endemicidad es leve e inevitable es erróneo: endémico no significa inofensivo. El endemismo expone a la humanidad a muchos más años de enfermedad, incluidas oleadas impredecibles de brotes. Es más productivo considerar cuán mal podrían ponerse las cosas si seguimos dando al virus oportunidades para burlarnos. Entonces podríamos hacer más para asegurarnos de que esto no suceda: vacunemos a la población mundial.
Fuente: Nature
Autor: CArlos del Fresno, @arlosdel