En este mundo loco en el que vivimos, se sabe que el estrés psicológico empeora la inflamación intestinal causada por ciertas enfermedades intestinales. Sin embargo, hasta ahora, no sabíamos por qué. Una nueva investigación ha descifrado las señales químicas producidas en el cerebro que acaban llegando a las células inmunitarias en el intestino, lo que provoca los problemas inflamatorios. Y es que las señales que se originan en el cerebro llegan a las células nerviosas intestinales, lo que lleva a la liberación de sustancias químicas inflamatorias. Y así es cómo el estrés crónico inflama el intestino.
El trabajo, publicado en la prestigiosa revista científica Cell, ayuda a explicar cómo el estrés crónico puede desencadenar malestar físico. E implica que controlar los niveles de estrés podría tener una profunda influencia sobre los tratamientos para la enfermedad inflamatoria intestinal (EII). Esa idea puede cambiar el tratamiento médico convencional, que, hasta ahora, ha desatendido por completo el estado psicológico de un paciente como un factor importante de respuesta al tratamiento.
El camino del cerebro al intestino
El dolor abdominal, la diarrea y la fatiga son solo algunos de los síntomas que experimentan las personas con EII. Los dos tipos principales de EII, la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, son leves en algunas personas, pero, en otras, pueden ser debilitantes o incluso mortales.
Los eventos estresantes, como perder el trabajo o romper con una pareja, a menudo preceden a los brotes de EII. Lo que muestran los datos de este estudio es que después de una oleada de estrés, el cerebro envía señales a las glándulas suprarrenales, que liberan sustancias químicas llamadas glucocorticoides al resto del cuerpo.
Inicialmente, los investigadores consideraron la idea de que los glucocorticoides actúan directamente sobre las células inmunitarias, que responden liberando moléculas que causan inflamación. Pero resulta que hay una capa intermedia. Trabajando con ratones, descubrieron que los glucocorticoides actúan en las neuronas del intestino y en unas células llamadas glía que conectan las neuronas intestinales entre sí.
¿Cuál es el papel de las células inmunológicas?
La cosa es que después de ser activadas por los glucocorticoides, algunas células gliales liberan moléculas que activan las células inmunitarias. A su vez, esas células inmunitarias liberan moléculas que normalmente se usarían para combatir los patógenos, pero en este caso terminan causando una dolorosa inflamación intestinal.
Pero es que, a la vez, los glucocorticoides bloquean el desarrollo completo de las neuronas intestinales inmaduras. Como consecuencia, estas neuronas producen solo niveles bajos de moléculas de señalización que hacen que los músculos intestinales se contraigan. Esto significa que la comida se mueve lentamente a través del sistema digestivo, lo que se suma a la incomodidad de la EII. Vamos un círculo vicioso.
Si bien, es sorprendente saber que los glucocorticoides causan inflamación intestinal, porque estos compuestos a veces se usan para tratar la EII. Esta aparente paradoja podría explicarse por el corto período de tiempo en el que se utilizan dichos tratamientos. Aunque las ráfagas rápidas de glucocorticoides parecen ser antiinflamatorios, cuando el estrés se vuelve crónico, el sistema cambia por completo y los glucocorticoides se convierten en inflamatorios.
Manejo del estrés para el alivio de los síntomas
Estos resultados nos llevan a pensar que la capacidad del cerebro para impulsar la inflamación en órganos remotos parece ser mucho más fuerte de lo que se pensaba. Esto sugiere que los medicamentos para la EII, en combinación con técnicas de manejo del estrés, podrían ser más efectivos que los medicamentos solos. Además, las moléculas en la vía de señalización que va desde el cerebro hasta el intestino también podrían convertirse en objetivos para nuevos tratamientos farmacológicos.
Pero es que las implicaciones del trabajo podrían ir más allá de la EII. También se cree que el estrés aumenta las enfermedades inflamatorias de la piel y los pulmones, posiblemente a través de vías de señalización similares.
De modo que se abre un campo de investigación en el que explorar si los estados cerebrales distintos al estrés influyen en la salud general de una persona. Definitivamente hay muchísimo que todavía tenemos que aprender sobre el cerebro y cómo el cerebro controla aspectos aparentemente no relacionados de la fisiología y la enfermedad.
En Empireo hemos entendido la importancia de este manejo, y por eso, ofrecemos un servicio de asistencia psicológica que puede ayudarte a, entre otras cosas, manejar tu estrés.
Fuente: Nature
Autor: CArlos del Fresno, @arlosdel