Espero que, a estas alturas, aquellos que leáis estas noticias, tendréis claro mi absoluto convencimiento acerca de que la ciencia es el motor del avance como sociedad. Además, creo firmemente que la inversión en ciencia permite nuestro avance en todos los sentidos en el medio y largo plazo. La forma en la que la humanidad ha respondido a la pandemia generada por la COVID-19, en cuanto a la producción de vacunas eficaces en tiempo récord es una de las mejores pruebas. Pero ante el avance de la ciencia tenemos que plantearnos un cierto dilema, y es que últimamente existe cierta controversia en la investigación con coronavirus.
¿Se realizan estudios relacionados con la COVID-19 que representan un riesgo biológico? Esta pregunta ha surgido a raíz de un estudio en el que se modificó en el laboratorio al coronavirus SARS-CoV-2, de forma que se generaba algo que podríamos llamar “un virus nuevo”. Y claro, surge la pregunta de si este tipo de investigación supone jugar con fuego, dado por ejemplo el tipo de duda que se dio en algún momento acerca del origen del coronavirus. ¿Por qué surge ahora esta controversia?
Modificación del coronavirus SARS-CoV-2
Un reciente trabajo publicado por investigadores de la Universidad de Boston consistía en meter un gen de la variante Omicron del coronavirus SARS-CoV-2 en una cepa del virus de la que surgió al comienzo de la pandemia. Esto supone crear una especie de “virus mutante” con el que estaban tratando de comprender por qué el virus de la variante Omicron causa una enfermedad más leve.
Pero los experimentos, han provocado una controversia en la investigación con coronavirus sobre si se trata de una investigación arriesgada sobre el SARS-CoV-2. Especialmente ahora que gran parte de la población mundial tiene cierta protección inmunológica contra el virus y tenemos tratamientos frente a la COVID-19. Una forma de ver el riesgo de estos experimentos es el hecho de si en el laboratorio se deberían crear formas de virus no naturales potencialmente infectivas.
La cuestión es si los investigadores que modifican el SARS-CoV-2 u otros patógenos mortales necesitan mantener informados a los reguladores y agencias de financiación sobre su trabajo. Incluso si las agencias no financiaron los experimentos en cuestión. Aunque es cierto que los datos de una investigación a veces te llevan a conclusiones y experimentos que no habías pensado inicialmente. Este tipo de experimentos son muy informativos porque hacen que los patógenos sean más transmisibles o virulentos, y permite entender por qué ocurre esto.
¿Dónde está la controversia en la investigación con coronavirus?
La controversia viene dada por la falta de claridad que tiene la población en general y a veces, las agencias reguladoras sobre exactamente qué tipo de experimentos tienen beneficios que superan los riesgos. Además, no está claro quién decide sobre esto y qué información sería precisa para decidirlo.
Cuando en el laboratorio planteamos un proyecto de investigación, siempre es necesario presentar una memoria en relación a las implicaciones éticas de los experimentos planteados. Esta memoria se refiere sobre todo al uso de muestras humanas o minimizar el uso de animales y su sufrimiento durante los experimentos. Sin embargo, realizar modificaciones genéticas de microorganismos en el laboratorio es mucho más habitual de lo que podamos pensar, y en la mayoría de las veces no es necesario comunicarlo. La pregunta aquí es, ¿debería serlo? ¿Debería comunicarse antes de realizarlo? ¿Qué comité debería ser el encargado de decidir qué hacer y qué no?
Siempre hay un riesgo, y sin riesgo, no hay beneficio
Los que trabajamos en esto sabemos que siempre hay un riesgo. Yo mismo realicé experimentos en 2021 utilizando el coronavirus SARS-CoV-2 en instalaciones de alta seguridad. Si, si, con esos buzos amarillos. Las medidas de seguridad son altísimas para evitar en todo momento que una vez terminados los experimentos, el virus no pudiese salir del laboratorio. Pero obviamente, el riesgo está ahí.
Y es que siempre que se trabaja con patógenos, existe un riesgo. Primero para el propio manipulador. A veces esto se olvida. En esos experimentos que os cuento, yo ya estaba vacunado frente a la COVID-19, pero el compañero que entraba conmigo al laboratorio no lo estaba. Sin duda, él estaba arriesgando mucho. Pero sin riesgo, no hay beneficio. Pero a la vez, el riesgo debería ser controlado en relación al beneficio. Y así podríamos pasarnos horas.
Ante el avance científico, siempre hay que plantearse cuestiones éticas. Pero esas cuestiones éticas no pueden frenar el avance. ¿Dónde está el equilibrio? Mi intención hoy no es dar una respuesta. Es lanzar esta pregunta para que le deis una vuelta.
Autor: CArlos del Fresno, @arlosdel