La difteria es una enfermedad poco frecuente en los países desarrollados gracias a la vacunación. En la era anterior a la vacuna, esta era una de las causas más comunes de enfermedad y muerte infantil en estos países. Sin embargo, la difteria sigue siendo endémica en muchas partes del mundo, incluidos países de América Latina, Caribe, Europa del Este, Sudeste de Asia y África.
Es causada por cepas toxigénicas de Corynebacterium diphtheriae, una bacteria gram positiva, que generalmente infecta las mucosas respiratorias (difteria respiratoria) y la piel (difteria cutánea). Raramente se pueden afectar el ojo, el oído y los genitales. La enfermedad se transmite de persona a persona por vía respiratoria a través de gotitas o por contacto directo con secreciones respiratorias y lesiones de la piel.
El diagnóstico precoz de la enfermedad es fundamental para comenzar el tratamiento temprano con la antitoxina de la difteria lo cual mejora notablemente la curación de la enfermedad. Además, permite reducir la propagación de la enfermedad a través del control epidemiológico de los contactos de la persona infectada.
El diagnóstico de la difteria generalmente se realiza en base a los signos y síntomas que produce la enfermedad que permiten definir el caso como probable. Para confirmar un caso de difteria, las pruebas diagnósticas utilizadas incluyen el cultivo de C. diphtheriae y pruebas de toxigenicidad para evaluar la producción de toxina diftérica.
El aislamiento de la bacteria por cultivo es esencial para confirmar un caso de difteria ya sea en muestras del propio paciente ó de alguno de sus contactos. Las muestras clínicas para cultivo se toman de la nariz, nasofaringe, garganta o lesiones en la piel y se envían al laboratorio en donde se cultivan con un medio especial que contiene telurito de potasio.
Tras el aislamiento de C. diphtheriae se debe determinar la toxigenicidad mediante la prueba de Elek que indica si los microorganismos producen la toxina de la difteria. La producción de esta toxina permite confirmar un caso como la difteria.
Aunque comercialmente no hay disponibles otras técnicas para confirmar los casos de difteria, se pueden realizar pruebas utilizando la PCR (reacción en cadena de la polimerasa) en muestras clínicas a confirmar la infección con una cepa potencialmente toxigénica. En este caso, la PCR permite la detección de genes implicados en la producción de la toxina de la difteria aunque no demuestra la producción de toxina sino sólo la presencia del gen de la toxina de la difteria. Por esto, una prueba positiva por PCR en el ausencia de un cultivo positivo no cumple los criterios clasificación como caso de difteria confirmado y se dará un resultado como probable. Sin embargo, la PCR es particularmente útil en la caso de que la bacteria C. diphtheriae presente en las muestras clínicas sea inviable y por tanto no cultivable, por ejemplo si el paciente ha comenzado el tratamiento con antibióticos.
Por otro lado, la detección anticuerpos en el suero del paciente generados frente a la toxina de la difteria antes de comenzar el tratamiento con la antitoxina puede ayudar a determinar la probabilidad de un diagnóstico de difteria. Así, niveles de anticuerpos menores de 0,01 UI / ml generalmente indican ausencia de inmunidad y por tanto es más probable un diagnóstico de difteria. Sin embarro, niveles por encima de 0,1 UI / ml se consideran como protectores y por tanto es poco probable que la difteria sea la causa de la enfermedad del paciente.
Finalmente, indicar que para la realización de algunas de estas pruebas las muestras deben ser enviadas a laboratorios de referencia que disponen de los equipos necesarios.
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Dr. Enrique Álvarez. Elaboración propia.