En mi último post hablamos de que nuestras células están llenas de bacterias. En realidad, no es tan así. Pero hoy sí que voy a contaros un descubrimiento reciente en el que hemos participado, y que tiene que ver también con bacterias. Veamos. Partimos de saber que el intestino está lleno de bacterias. Es lo que llamamos microbiota, y que de un tiempo a esta parte está bastante de moda. De modo que el interior del intestino no es estéril, porque está colonizado por estas bacterias. Algo parecido pasa con los pulmones, al estar expuestos al exterior por las vías respiratorias. Pero hay otros órganos que sí esperamos que sean estériles. Por ejemplo, el corazón o el cerebro. ¿Y si os digo que puede haber bacterias en la médula ósea?
La médula ósea es el tejido que se encuentra dentro de los huesos largos. Lo que comúnmente e incluso en la cocina, se conoce como tuétano. Este órgano es esencial, aunque no sea muy aparente, porque desde ahí se generan constantemente nuestras células sanguíneas. Teniendo en cuenta que estas células son las responsables de protegernos frente a infecciones, ¿qué hacen esas bacterias en la médula ósea?
La inflamación intestinal permite la traslocación de bacterias a la médula ósea
Un estudio publicado en la prestigiosa revista Immunity ha demostrado que la inflamación intestinal hace que ciertas bacterias del intestino lleguen a la médula ósea. Este proceso se conoce como traslocación. Esto, en principio, no suena muy bien, ¿no? Bueno, depende. Lo que sí demuestra este estudio es que esta llegada de bacterias no es inocua, sino que tiene efectos a largo plazo.
Esas bacterias, y en concreto una llamada Enterococcus faecalis, al llegar a la médula ósea hace que las células que habitan allí se entrenen. Ya hablamos en una ocasión de este proceso de entrenamiento. Básicamente supone que las células de defensa que surjan desde esta médula colonizada estarán preparadas para responder de forma diferente a si la médula estuviera estéril. Y entonces, ¿esto es bueno o malo?

Bacterias en la médula ósea
Mejor o peor, según para qué
En este estudio se abordan dos efectos. Por un lado, los resultados demuestran que ese entrenamiento causado tras la inflamación intestinal hace que se generen mejores respuestas inflamatorias. Esto es bueno frente a infecciones, por ejemplo, como así se demuestra frente a infecciones con el hongo Candida albicans o el virus de la gripe. Así que, tener bacterias en la médula ósea parece una buena cosa.
Pero siempre hay otro lado en la moneda. Tener una inflamación exagerada puede ser contraproducente cuando esa inflamación no sea “buena”. Este es el caso, por ejemplo, de la colitis intestinal. En el trabajo también se demuestra que esa médula entrenada debido a la inflamación intestinal genera respuestas inflamatorias exageradas durante la colitis. El resultado en este caso es un empeoramiento de esta patología.
Conclusión, todo está relacionado
Quizá esta sea la mejor conclusión de este estudio. Es decir, si una inflamación intestinal, hace que parte de tu microbiota llegue a la médula ósea, y que eso haga que respondas mejor a una infección vírica respiratoria… vaya, la cosa se complica y… mola también, ¿no?
Fuente: Immunity
Autor: CArlos del Fresno, @arlosdel