Por lo general las infecciones virales generan una respuesta del sistema inmune que se traduce en la aparición de anticuerpos frente a estos agentes. La presencia de estos anticuerpos se aprovecha para saber si una persona ha sido infectada por un virus.

Sin embargo, los anticuerpos son detectables, generalmente, a partir de los tres meses transcurridos desde que se produjo la infección. Un buen ejemplo es el virus responsable del SIDA (VIH), los anticuerpos generados frente a este virus se hacen “visibles” una vez transcurrido lo que se denomina período ventana, normalmente de 3 a 6 meses.

Existen métodos que detectan la infección en estados tempranos, todos están basados en la PCR. Esta técnica nos permite amplificar pequeñas cantidades de porciones del material genético del virus hasta hacerlo detectable. Su uso se establece como rutina en la detección del virus en las donaciones de sangre, en recién nacidos y también en aquellas personas que están bajo tratamiento médico y se necesita saber la cantidad de copias del virus que tienen (carga viral).

La PCR tiene grandes ventajas: alta fiabilidad, rapidez y detección temprana de la infección. Sin embargo, es una técnica que como TODAS tiene un rango de error. En su caso el rango de error se inclina más hacia la aparición de falsos positivos que falsos negativos. Por lo cual se considera muy fiable en la determinación de que una persona no está infectada. En el caso de un resultado positivo por PCR, se recomienda realizar varios estudios posteriores para su verificación. Estos estudios posteriores incluye nuevas PCR y también lo que denominamos Western blot. Esta técnica comprueba la existencia de las proteínas del virus, pero tiene el inconveniente de que se necesita que exista una carga viral considerable para detectarlas.

En resumen: Para infecciones recientes el método más eficaz sigue siendo la PCR, mientras que los ELISAs y los Western Blots son fiables una vez que se haya pasado el período ventana de tres meses.

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